Unidad de Mando
"Para la ejecución de un acto cualquiera un agente sólo debe recibir órdenes de un jefe”.
H. Fayol
“Esa es la regla de la unidad de mando, que es de una necesidad general y permanente y cuya influencia sobre la marcha de los negocios es por lo menos igual, a mi criterio, a la de cualquier otro principio; si es violada, la autoridad se resiente, la disciplina se compromete, el orden se perturba, la estabilidad se altera... He elevado esta regla a la categoría de principio, porque la considero fundamental."
Debemos detenernos para analizar las frases que anteceden:
¿Unidad de Mando?
Recordemos que Fayol redactó gran parte de su obra, para luego publicarla en el año 1916, viviendo en un contexto -que incluía a su propio país, Francia- dónde, por lo menos desde 1908, se estaba aplicando la "Administración Científica" de Frederick W. Taylor. Más adelante en este libro nos ocuparemos de la comparación y relación entre esas dos escuelas. Fue en Francia precisamente donde se desarrolló la polémica, con respecto al principio que nos ocupa, entre "tayloristas" y "fayolistas".
Recuérdese que Taylor ubicaba en los talleres a ocho capataces, cada uno de los cuales daba órdenes funcionales a cada uno de los obreros. Conociendo esto, no es necesario saber leer mucho entre líneas, para comprender el mensaje de Fayol: “La unidad de mando es un principio cuya influencia sobre la marcha de los negocios es por lo menos igual, a mi criterio, a la de cualquier otro principio," (y a continuación el autor enumera las graves consecuencias negativas que resultan de la violación de este principio.) Luego de significativos puntos suspensivos, Fayol reafirma: “He elevado esta regla a la categoría de principio, porque la considero fundamental."
Continuemos con lo que expone el autor: “Desde el momento en que dos jefes ejercen su autoridad sobre el mismo hombre o sobre el mismo servicio, se deja sentir un malestar, si la causa persiste, aumenta la confusión, la enfermedad aparece lo mismo que en un organismo animal molestado por un cuerpo extraño, y se observan las consecuencias siguientes:
O bien la dualidad cesa por la desaparición o la anulación de uno de los jefes y la salud social renace;
O el organismo continúa debilitándose.
En ningún caso se produce la adaptación del organismo social a la dualidad de mando. La dualidad de mando es extremadamente frecuente; ejerce sus estragos en todas las empresas, grandes o pequeñas, en la familia y en el Estado. El mal es tanto o más temible cuanto que se insinúa en el organismo social mediante los pretextos más plausibles."
Luego Fayol cita varias posibles situaciones que atentan contra la unidad de mando, tal como el caso en que una autoridad de nivel superior a la del jefe de una determinada unidad, proceda a dar órdenes al personal, dejando de lado a ese jefe respectivo: “Si este procedimiento se repite nos hallamos en presencia de la dualidad de mando y de sus consecuencias: hesitación en el subalterno, confusión, choque de intereses opuestos, disgusto en el jefe dejado de lado, desorden en el trabajo."
“Veremos luego que es posible apartarse de la vía jerárquica, cuando es necesario, evitando los inconvenientes de la dualidad de mando."
En este último parágrafo Fayol hace referencia al Principio de Jerarquía, pues no se le escapa el detalle importante de que si respetamos al pie de la letra la escala jerárquica, se pueden retrasar las comunicaciones y enlentecer las operaciones. Para salvar estas situaciones, Fayol establece el camino directo, el cual veremos con más detenimiento al ocuparnos del citado principio.
En 1918 H. Fayol, gran maestro de generaciones de dirigentes del siglo XX, incluyó entre los principios de dirección “la unidad de mando”, que en su aplicación práctica implica que cada empleado debe tener un solo jefe.
Tener dos o mas superiores en el mejor de los casos desorienta al subordinado y en el peor este puede engañar a los dos e incluso llegar a enemistarlos.
Durante muchos años y aun ahora, el principio sigue vigente y sigue vigente en gran medida porque una parte muy importante de los miembros de la sociedad sigue inmersa en la Teoría X y solo en muy pocos casos se ha asumido la Teoría Y de McGregor.
A partir del final del siglo pasado y de los comienzos de este las cosas empiezan a cambiar.
Hoy, cuando ya es imposible, por el coste que implican las estructuras estrechas, la necesidad imperiosa de conocimientos profundos específicos, la adaptación imprescindible y permanente al cambio en el desempeño de cualquier función y la imposibilidad de que el jefe pueda entrar en todo cuanto hacen sus colaboradores, estamos comprobando que el principio de unidad de mando, interpretado como “una persona solo puede tener un jefe” ha dejado paso a una interpretación diferente, las personas pueden tener uno, dos, tres o ningún jefe, siempre que en la organización se mantenga el principio, también formulado por H. Fayol, de “unidad de dirección” y la organización esté próxima, en su cultura real y en sus prácticas diarias, a la Teoría Y.
Recordemos que la Teoría Y considera que los seres humanos no detestan el trabajo, pueden auto motivarse, auto dirigirse y puede libremente cooperar y luchar para conseguir objetivos comunes, siempre que se den las condiciones que lo hagan posible.
Las teorías administrativas nacen por la necesidad de cambio en una época acelerada y desorganizada, esta necesidad surgió después de la revolución industrial ya que se requería de una visión mas dispuesta hacia el futuro.
En este escrito hablaremos de dos personajes, que aunque no se conocían, sintieron la misma necesidad, esta necesidad era incrementar la eficiencia de las empresas, ambos realizaron su tarea desde perspectivas diferentes. Nos centraremos además en un solo ámbito de las posturas de Frederick Taylor y Henry Fayol, hablaremos de su consideración de mando y la separación de este (unidad de mando).
Fayol, nacido en Francia, estudió la estructura y las funciones que debe tener la organización para lograr la eficiencia. Con referencia al mando, Fayol proponía una unidad de mando centralizada, es decir que cada empleado debía recibir órdenes de un solo superior; de esta forma se evitarían cruces de indicaciones y al mismo tiempo se estarían evitando cruces de poder, es decir conflictos entre personas situadas en un mismo nivel jerárquico. Mencionado lo anterior cabe resaltar que Fayol propone una jerarquía definida y expuesta, cada quien debe conocer a su superior y respetar su autoridad; la jerarquía define el grado de responsabilidad, de acuerdo a los diferentes grados de autoridad, con la autoridad viene la responsabilidad.
Taylor, nacido en Estados Unidos, estudió las tareas desempeñadas por los obreros midiendo tiempos y movimientos para lograr un incremento de la productividad y la eficiencia. Al igual que Fayol, Taylor también propone una unidad de mando, pero difiere con la teoría propuesta por Fayol, anteriormente mencionada. Según Taylor en una empresa deben haber ocho capataces1 que dan ordenes funcionales a los obreros. Cada capataz cumple con una función determinada y diferente, según lo expuesto en su teoría, para Taylor tener más personal al mando permite que los obreros puedan ser asistidos mas rápidamente al momento de presentarse alguna duda o algún inconveniente. Los capataces presentes en la empresa son: inspector, planeamiento, disciplina, tiempo, jefe de cuadrilla, circulación, reparaciones y rapidez.
Para complementar lo expuesto acerca de las teorías de mando y unidad de mando en estos dos autores, mencionaremos criticas que se les hicieron a sus trabajos. Con respecto a la teoría de Fayol, se critica la ausencia de trabajos experimentales, su obra fue basada en su experiencia y observaciones; además se menciona que aunque se tiene en cuenta el factor humano, no se propone como elemento fundamental dentro de al administración. Acerca de las criticas hechas a Taylor, cabe mencionar el enfoque incompleto de la organización, omite los aspectos formales de la organización y omite la organización informal y sus aspectos humanos.
opinión se formó tras la lectura y comprensión de ambos padres de la administración. En mi punto de vista ambos tienen puntos fuertes y débiles en sus propuestas, lo que mas me llama la atención es que teorías propuestas hace tanto tiempo, todavía se apliquen en el ámbito de la administración de la empresa. Juntando ambas teorías, y tomando sus fortalezas y descartando sus fallas, se puede administrar correctamente una organización. Los puntos positivos que yo encuentro en la teoría de Fayol es la jerarquía y que mande una sola persona, pero lo complementaria con la idea de Taylor acerca de los capataces; en una organización grande deben haber sectorizaciones, en cada una debe haber un solo jefe, pero a su vez este jefe debe responder a un superior. Desde mi punto de vista, lo que propuse estaría combinando la teoría científica y clásica de la administración.
La unidad de mando implica que para la ejecución de un acto cualquiera, una persona debe recibir órdenes de un único jefe. Cada subordinado debe ser responsable ante un superior.
Este principio tiene dos sentidos: en un sentido clásico -que se ajusta al principio de Fayol-, un subordinado sólo puede tener un único jefe para evitar las confusión de órdenes; en un sentido práctico, es necesario que exista una autoridad final que pueda dirimir y resolver un conflicto provocado por órdenes contradictorias dadas por distintos jefes subalternos, sin perder tiempo ni recursos económicos.
Asimismo, la unidad de mando ayuda a organizar mejor el sistema jerárquico y estructural para el cumplimiento de los objetivos organizacionales.
Unidad de mando. Aquí se diferencia Fayol de Taylor. En la autoridad funcional de Taylor el personal podía responder a dos personas distintas. Fayol deja bien en claro que cada trabajador debe tener solamente un jefe evitando todo conflicto en cuanto a instrucciones. Algunos autores sugieren que la historia ha mostrado más adeptos a la postura de Fayol, aunque, debe tenerse en cuenta que a partir de la organización matricial se encuentra nuevamente sustento para la posición de Taylor. Fayol llega a afirmar que en caso de violar la norma de que cada empleado debe recibir órdenes solamente de un superior, los riesgos son enormes y los enumera: la autoridad se debilita, la disciplina está a riesgo, el orden es reemplazado por disturbios y la estabilidad está amenazada. Hace un comentario adicional que debería ser tenida en cuenta por los que pregonan las bondades de la organización matricial: si no se elimina el comando a través de dos superiores, la organización se ha de deteriorar. Y pone en claro que los seres humanos no toleran “doble mando”. Algo similar ocurre cuando no se realiza una demarcación clara de los departamentos y secciones. Finaliza esta sección señalando que en todo tipo organizacional presente en la sociedad, en industria, en el comercio, en las fuerzas armadas en el Estado e incluso en el hogar, un “doble mando” ha de ser una fuente perpetua de conflictos.